Statina es el acrónimo de Speech Touch and Acoustic Tangible Interfaces for Next-generation Applications (ahí es “ná”) y se trata de una innovación que permite convertir cualquier tipo de superficie, ya sea vidrio, plástico, aluminio o madera, en una pantalla táctil gracias a sensores y algoritmos especializados.
Aunque ha pasado más tiempo del que parece que existen las pantallas táctiles (la primera fue fabricada por la Universidad de Kentucky a principios de la década de los 70), es desde hace un par de años que forman parte de nuestro día a día gracias al afianzamiento indiscutible en el mercado de tablets y smartphones.
En la actualidad contamos con pantallas capacitivas o resistivas. Estas, dependiendo del modelo, están formadas por un cristal en cuya superficie existe un conductor y una capa con resistencia metálica o, bien, una capa que almacena pequeñas cargas eléctricas transmitidas al usuario cuando toca la pantalla, respectivamente. Gracias a esta tecnología, los circuitos de la pantalla miden la variación de carga eléctrica que aplicamos, trabajando como sensores que indican dónde se produce el contacto de los dedos del usuario con la pantalla en sí.
Por eso, en un mundo que parece no poder prescindir ya de este tipo de tecnología, nos parece un gran avance el que científicos de Nanyang Technological University (Singapur) hayan desarrollado durante estos últimos cuatro años un método para “crear” cualquier tipo de pantalla táctil allí donde se nos ocurra.
Los sensores de los que consta Statina hacen posible localizar dónde se produce el contacto directo de nuestros dedos con un punto específico de prácticamente cualquier material o, incluso, saber si el objeto que está tocando la pantalla táctil se está moviendo. La intención, por supuesto, es comercializar el producto y llevarlo al mercado en forma de pequeñas cámaras ópticas lo que, debido a la importancia de las pantallas en nuestra vida diaria, suponemos tendrá gran éxito comercial: Las pizarras comunes de un colegio, la pared de tu casa o incluso un simple trozo de papel, podrán ser usados de una manera muy diferente a como se venía haciendo hasta ahora, por poner sólo dos ejemplos.
Pero lo mejor de todos está en la cuestión económica. Y es que, sus creadores, garantizan que sus costes serán mínimos pudiendo, por lo tanto, implementarse en países en los que no se tiene acceso a la tecnología por poseer escasos recursos.